Llovía y viajábamos arrullados en la tibieza de un taxi, satisfechos, tiernos, muy juntos. Con los brazos entrelazados. En ningún otro lugar encuentro esta magia, este presente hermoso, pleno. Juntos, el momento se vuelve infinito. Este momento total de saborear lentamente la comida, el color, el alimento humano, la plenitud.
Yo alcanzo el vértigo cuando Henry abre la boca para besarme.
No hay, como en otro momento y lugar, un fragmento errante, inconexo, trágicamente rebelde de mí, como una pieza que no encaja en el rompecabezas.
domingo, septiembre 28, 2008
Diario de Anaïs Nin (1932-1934): ningún arte puede igualar a la vida
Henry, Henry,
sólo vivo plenamente
cuando estoy con vos.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
7 comentarios:
Muy muy lindo. Todos tuvimos alguna vez algún Henry delante. Saludos desde el otro lado del océano.
hola! si sos quien creo que sos, serás culpable eternamente.
Besos desde Bs. As.
Cada tanto me gustaría volver a sentir algo de ese vértigo
Palabras grandes y peligrosas: culpable y eternidad ¡y encima juntas! Puedo preguntar, tímidamente, ¿culpable de qué?. Una vez más del otro lado del océano.
Es increíble sentirme terriblemente en tus líneas...
Nada más precioso que estar en sus brazos...
Besos !
Me habrás confundido con otra persona -lo digo por lo de culpable eternamente-; la que saludó "del otro lado del océano" es Constanza, la ex esposa de Gustavo. Paso cada tanto a leer tus escritos y hay unos que me gustan mucho: "me abro como un mapa antiguo" por ejemplo y las citas, líneas, de Anais Nin están muy muy buenas. Un saludo y suerte en tu blog. Constanza
Constanza! claro que te confundí! jajjaa tengo otro amigo del otro lado del océano, por supuesto. Me encantaría charlar con vos.
escribime al mail del blog y te paso la dirección del msn.
Una alegría reencontrarte y gracias!
Publicar un comentario