sábado, agosto 26, 2006

El otro del diario

1.
Seguramente no entendés de qué me río, pero es que esto tiene su lado cómico, donde yo creí estúpidamente, que cogerte era mi triunfo cuando, lo adivino ahora, no es más que el resultado inevitable de mi anunciada derrota. Tu pie descansando sobre mi cuerpo tendido, desprovisto ya de todo. Seguramente sería más fácil no verlo y sentarme a disfrutar del recuerdo de tu sabor en mi boca o la visión maravillosa de tus dedos volando en tus pliegues. Pero yo no soy ése, no me conforman las migajas, menos las tuyas. Siempre lo quiero todo y así pierdo. Únicamente me queda la certeza de saberte indescifrable, increíble. Hoy, como una vuelta más de un engranaje, mi propia estupidez me despierta haciéndome ver cómo impecablemente llevaste a cabo ese plan glacialmente perverso. Una picadora de carne aceitadísima, la herramienta perfecta para el trabajo.
Tu mirada vacía la sonrisa automática confirman la sospecha, vos, siempre tan vos, intocable, la muñeca linda, la figurita difícil. Tu parte ya está hecha. Alguien recogerá los restos.
Mientras, mis imágenes se mezclan en fatal descontrol, las sensaciones se confunden y tu recuerdo en el medio llenando todo de un vacío espectral, casi cósmico. Y el tiempo erosiona las ganas y las sensaciones matando hasta el mismo impulso, la intención, sólo deja intacto el deseo irracional de morir para siempre en tu boca.

No hay comentarios.: