¿Yo? Un disparo al corazón. Eso es lo que últimamente soy.
Un disparo.
El corazón late, es de carne, es como la bolsa con la carne cruda que le dejaba en sueños al lobo, en su cueva. El camino de vuelta era recto pero prefería las irregularidades para retrasar la llegada, las vueltas, respirar un poco más de aire, de la vida de afuera. Y ahí estaba, con el pulóver arremangado, tirando desde la puerta de la cueva la bolsa de plástico con la carne para el animal.
El lobo me miraba siempre a los ojos, ojos llenos, ojos negros, ojos vivos. Yo lo amaba. Lo amaba porque jamás iba a herirme. Lo veía en sus ojos y en los movimientos torpes por disimular su ferocidad.
Pero el lobo era mi templo.
Y ahora que el corazón y el disparo, él viene lento y apoya su hocico en mi manga, para lamer el hueco abismal y los latidos.
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1 comentario:
La van a querer herir, porque es frágil y va a llorar.
La van a querer golpear, porque es
grande, y va a responder.
La van a querer injuriar, lastimar, hacer claudicar, estorbar, incomodar, provocar, anular, callar, aturdir, amenazar, y creerán ser eternos.
La van a querer amar, y responderá con amor, es lo que mejor recibe y lo que mejor responde.
Lo malo va a diluirse, desaparecerá.
Quien la ame será Dios, y ella su musa, su espejo, su luz, y será eterno, como el cielo.
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