sábado, julio 03, 2010

Ella hacia el Este. morir dormir.

Un arrebato, y corre de noche. Los árboles corren de noche. Las bengalas suenan en el corazón de un perro dormido. Tropiezan las patas -puro reflejo- entre tantos cuerpos luminosos. Ella empalidece, escupe su corazón en un acceso de tos, lo sujeta, se le enrojecen las manos: sobre las paredes escribe su nombre, nombres rubí. Corre su cuerpo junto a su flanco para que, mientras persiga, no caiga, no quiebre, pulse sobre su lado eso que es como una manzana.

Las calles son ahora ríos por sobre los que sopla el viento. Un perro con luces que corre delante, detiene el hocico, lo deja caer como un halcón, y acompaña el arrebato como la muerte.

Ella recupera latidos -descansa, duerme-, mientras se cubre con la piel del animal, y oye a las divinidades con orejas de perro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por un momento me dio la sensación de que estabas de vuelta. Dios, que ganas de verte